1ero de Abril del 2014, Caracas
No era más tarde de las 6:00pm, el caos comenzaba a envenenar la ciudad de Caracas que sufría poco a poco las consecuencias de las barricadas instaladas por los estudiantes de la ciudad. El tránsito estaba limitado, los diferentes sectores de la ciudad estaban bloqueados por los manifestantes y sin embargo otros se veían indiferentes frente a los acontecimientos que ocurrían en el país. Al comienzo no era un día que se diferenciaba de los otros: desde el 12 de febrero el caos es una costumbre, un fenómeno que ocurre alrededor de cuatro veces a la semana, si no es un poco más o un poco menos.
Estaba a punto de salir para la plaza Altamira, también llamada "el campo de guerra" por algunos. Caracas es una ciudad en donde los carros, los autobuses, el metro y las motos son el principal medio de transporte, no es común hacer un trayecto de un lugar a otro sin usarlos. Las calles estaban bloqueadas y el paso estaba restringido. Llegué a la plaza Altamira, mi primera mirada se dirigió hacia la abundante cantidad de humo que se había perdido en el paisaje que dibujaba la montaña que rodea la ciudad, el Ávila. Las barricadas prendidas en fuego, también llamadas "guarimbas" mostraban el enojo y la molestia de los estudiantes por el gobierno, la inflación, la inseguridad, la censura, la corrupción, la dictadura, la escasez, la violencia, las mentiras y las injusticias. Todos estos problemas son una generalización de las razones por las cuales la gente está cansada de este gobierno, en donde se suman razones personales.
Es en ese contexto que se inscribía la imagen que tenía frente a mí : los estudiantes y los adultos con una larga bandera de Venezuela entre sus manos, sus rostros con mascaras y lentes de natación para protegerse de las bombas lacrimógenas. Algunos daban vueltas en bucle sin saber qué hacer, y yo seguía sus pasos tratando de encontrar una imagen interesante para fotografiar. Fue en ese momento donde fotografié a un estudiante frente a una guarimba, le pregunté qué cambiaría en su país si pudiese hacerlo. Él contestó en dos palabras que sería el gobierno. Luego me dijo que el gobierno está matando a sus estudiantes, los cuales son el futuro del país, que sin ellos el país no puede progresar.
Antes de terminar su respuesta las personas que estaban en la plaza comenzaron a hablar entre sí, como si una noticia importante había sido revelada. En ese momento no entendí de qué se trataba, pero luego escuché a un hombre prevenir con un tono que no sabría decir si era de alivio o de preocupación que las ballenas habían llegado. Eso era lo que estaban esperando: protestaban para provocar a guardias nacionales (GN) para poder de esa misma manera llamar la atención del gobierno.
Me fui enseguida y me dirigí hacia el hombre que manejaba la moto cuyo apodo era "Indy" y me llevó al lugar en donde se encontraban los guardias y las tres ballenas. Pasamos rápidamente, apenas me dio tiempo tomar una foto. Nos dirigimos a la avenida Francisco de Miranda, quién se encuentra cerca de la plaza Altamira. En ese lugar se encontraban más de 37 carpas montadas al frente a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Los estudiantes pernoctaban allí para protestar y para pedir a la organización de traer a un representante en el país con el fin de analizar la situación en la que se encuentra Venezuela desde el 12 de febrero. Me bajé de la moto y pasé por encima de la rampa para estar en el canal en el que estaban las personas.
Me acerqué y vi a dos jóvenes sentados en el suelo, los saludé mientras veía al mismo tiempo la cantidad de carpas que me rodeaban -Si pudieras cambiar algo, ¿qué sería?- les pregunté. Se vieron con enojo y uno de ellos me respondió que en este momento, su única respuesta aceptable era el gobierno, le pregunté cual mensaje quisieran compartir con las personas que se encuentran hoy en su casa y ven los eventos que ocurren en el país -En primer lugar, quisiera decirles que no se quejen. Ellos (el gobierno) están matando al país y los están hundiendo en un agujero sin salida, pero no deben rendirse. Todavía estamos a tiempo, no estamos como Cuba, todavía nos queda la intriga. El objetivo está claro, ahora las personas deben seguirlo- me respondió uno de los dos estudiantes. Fue en el momento en el que terminó de contestar mi pregunta que finalmente me pregunto cual era su finalidad, en dónde publicaría mis fotos y para quién trabajaba. Las personas tienen miedo de revelar su identidad, no quieren tener un motivo más para atraer a la policía, y en ese mismo contexto ser detenidos. Me quedé un momento rodeada de las carpas, estaba tomando fotos mientras que el sol desaparecía poco a poco.
Finalmente regresé a mi asiento trasero de la moto, y nos dirigimos a la autopista. Pasamos entre los carros acumulados, no se movían, el paso restringido complicada el trayecto. Íbamos en contra del viento que nos pegaba en los rostros debido a la velocidad a la que íbamos. Fue en ese momento que mis ojos y mi nariz me empezaron a doler, empecé a derramar unas lágrimas y era casi imposible mantener los ojos abiertos: la Guardia Nacional había empezado a lanzar bombas lacrimógenas contra los manifestantes . No obstante el hecho de que no podía abrir los ojos correctamente, logré tomar algunas fotos acercándome al máximo con el objetivo de mi cámara a las calles que se veían desde la autopista, en dónde estaban lanzando el gas. Indy se dirigía al lugar donde las estaban lanzando, la complejidad de la congestión aún estaba presente y nos costó pasar entre los carro, pero aún así, finalmente logramos llegar. Las personas que estaban en las calles desertadas se alejaban lo más posible del lugar en donde se podía observar el humo cubriéndose los rostros para poder respirar mejor. Mientras nos acercábamos lentamente, el olor de las bombas se intensificó. Las barricadas estaban encendidas y el fuego bloqueaba el camino para entrar en el corazón del conflicto. -Levanta los pies- me dijo Indy antes de pasar entre las llamas.
Fuimos a una bomba de gasolina, cuya estaba vacía. En frente de nosotros había un fotógrafo que se estaba devolviendo - Ten cuidado, no te acerques- me dijo. Miré el lugar que me estaba señalando con la mano: más de quince oficiales estaban sosteniendo a un hombre para llevarlo con ellos, el hombre estaba tratando con todas sus fuerzas de resistir, le tomé algunas fotos mientras que el miedo a ser vista por uno de los policías me consumía. Hubo un instante en que todo sucedió tan rápido que perdí el orden de los acontecimientos. El hombre salió corriendo, todos los policías comenzaron a perseguirlo, y mientras yo observaba y fotografiaba la escena el que manejaba Indy me dijo que iba a acercarse más. Inmediatamente me voltee y vi a un hombre quien estaba siendo arrastrado por el piso, lo sostenían por una pierna, la camisa se le bajó hasta su rostro y los policías empezaron a golpearlo. Impresionada e impactada por los sucesos, tomé varias fotos -¡Cuidado! ¡Ya vienen por ustedes! ¡Váyanse!- empezó a gritar de repente el fotógrafo. Indy aceleró mientras los policías se dirigían hacia nosotros en sus motos. El miedo se apoderó de mí y me imaginaba sufriendo las mismas sanciones que los otros testigos que fotografiaron los horrores cometidos por los policías: ya veía mi cámara entre sus manos, destrozada en el piso o la tarjeta de memoria confiscada, me golpearían o quizás sería detenida por la policía. Fue en este momento que una de las motos nos bloquearon el paso, habían dos policías. Uno de ellos, él estaba en el asiento de atrás me dijo que le diera mi cámara -Yo le muestro cómo elimino las fotos- le dije. Se acercó a mi, yo tomaba mi cámara muy fuertemente entre mis manos y le enseñaba como borrar las fotos, una por una. Trataba de pensar en una excusa para evitar eliminar más evidencias y pruebas de la atrocidad que había presenciado, pero él miraba cuidadosamente las fotos desfilar en mi pantalla. Finalmente, apareció una foto de la autopista que había tomado antes de ir a ese lugar, le dije que las otras fotos eran de la montaña y de la autopista. No sé si me creyó o si estaba apurado y tenía que irse, él simplemente le preguntó al conductor para cual periódico trabajábamos, pero aquél le explicó que yo todavía estaba en el colegio, que yo no trabajaba. -Si las personas protestaran pacíficamente, no tendríamos para tomar estas medidas- nos dijo el colectivo antes de irse. El conductor y yo también nos fuimos, el miedo seguía presente y no podía borrar la imagen que tenía en mi mente -¡Lástima! ¡Lástima!- repetía Indy, lástima.
Cuando llegué a mi casa, por primera vez no estaba ansiosa de ver mis fotos en la computadora: quería recuperar las que había tenido que eliminar para mostrarle al mundo lo que realmente está sucediendo en el país. Corrí a la cocina para contarle a mi madre lo que había pasado. Teniendo en cuenta todos lo que me había pasado en el día, ella pensó que le estaba gastando un chiste, una "inocentada" (el día de los inocentes en Francia es el 1ero de Abril). Es verdad no era el mejor día para pedir que se tomen en serio los hechos, me dijo que ese mismo día cuatro fotógrafos fueron agredidos violentamente. Es una pena que el país haya llegado a un punto en el que la veracidad de los hechos no sea cuestionada por el hecho de que me haya visto obligada a borrar mis fotos irrespetando la libertad de expresión, sino porque esa ha sido la única consecuencia, y hubieran tenido que romper mi cámara o agredirme violentamente.
Ese día lanzaron gases lacrimógenos, hubo tiros de perdigones, hubo al menos 13 heridos, uno recibió un tiro y otro sufre de fracturas reportadas por el alcalde de Chacao, Ramón Muchacho. Hubo 15 detenidos por la policía, y varias zonas de la ciudad, como Las Mercedes, Chacao, Los Palos Grandes, Altamira y El Rosal sufrieron una terrible violencia y represión el 1ero de Abril de 2014.
Las fotos pueden haber sido eliminadas por culpa de los colectivos, pero la imagen sigue grabada en mi mente, por eso comparto esta historia con ustedes hoy, la censura nos impide mostrar la realidad de los horrores cometidos en Venezuela. Hoy vuelvo y repito las palabras de uno de los estudiantes que pernocta en las carpas: El objetivo está claro, ahora tenemos que seguirlo.